Los
compromisos impuestos
He tenido la oportunidad de
compartir con personas muy valiosas, y las sigo considerando así aunque
tengamos opiniones políticas diferentes. Tuve un colega joven que era excelente hijo, esposo y papá, pero además
era muy profesional en lo que hacía, serio y trabajador. En una ocasión que hablamos sobre los que
decidían partir al exilio, ese joven me
dijo una frase muy gráfica: “Yo compré el ticket para ver la película completa,
y estoy hasta el final”.
En ese entonces jamás había
concebido la idea de irme de Cuba, por lo que tomé esa frase como una expresión
de fidelidad; pero hoy sé que era una muestra de ingenuidad. Realmente ninguno
de nosotros compró un boleto para esa película, nos metieron en la sala con un
boleto supuestamente regalado y con los ojos vendados. Por todo lo que ahora sé no me siento una exilada
traidora, sino en parte redimida.
Una de las técnicas aplicadas
por el grupo de Castro para mantener a las personas a su servicio es hacerlas
copartícipes de los acontecimientos, comprometerlas para que se sumen a ellos. Y
así ha sido siempre.
En un fragmento del libro “Pasajes de la guerra revolucionaria” escrito por Ernesto Guevara
hace un recuento de la situación en el primer año de la guerrilla en la Sierra
Maestra y escribió:
“La carnicería de nuestro ejército se abastecía con reses que confiscábamos
a los chivatos y latifundistas y el reparto era equitativo, parte para la
población campesina y parte para nuestras propias fuerzas”
En ese fragmento robar el ganado
de los que no simpatizaban con ellos se llamaba “confiscar”, con lo que se
adjudicaban una legalidad que realmente
no poseían. El hecho en sí es una expresión de la filosofía de que si no estás
de acuerdo conmigo, no tienes derecho a nada de lo que hasta ahora disfrutas.
Por otro lado compartían el botín con los campesinos, y ellos caían en la trampa
de tomar lo que no era de ellos, y por lo tanto quedaban al servicio de los
ladrones.
Este es un ejemplo donde una
persona buena, intrínsecamente excelente, puede estar sirviendo una causa
equivocada si no tiene la habilidad de mirar “fuera de la caja” En el ensayo “Nuestra América” dijo Martí:
“Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son
para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como
los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras.
Trincheras
de ideas valen más que trincheras de piedra.”
Estela Teresita Delgado