Comparto esta experiencia tal como la viví y la sentí
en Cojimar, mi pequeño pueblo situado 8 kilómetros al Este de la Habana. Para
los lectores que no son del pueblo es necesario aclarar que en Cojimar siempre
las cosas han funcionado a su modo propio. José Martí lo reflejó en el
documento Nuestra América cuando dijo: “…cuando aparece en Cojimar un problema,
no vayamos a buscar la solución a Danzing…” En mi pueblo, al menos en mi barrio, los
conceptos más importantes tenían este orden: familia, vecinos, amigos,
cojimeros, cubanos. Temas como el lugar de trabajo, religión o posiciones políticas
pasaban a posiciones menos relevantes. Los cojimeros son amables y serviciales
como casi todos los cubanos y también son por lo general pacíficos.
El primero de julio de 1993 me encontraba leyendo en mi
cuarto alrededor de las 10 de la noche cuando unas prolongadas ráfagas de
ametralladoras rompieron la tranquilidad de la noche y al asomarme a la puerta
vi que las personas que habían estado tomando pescando o tomando fresco en el malecón
corrían despavoridas. Y como toda la propaganda en Cuba era que los americanos
iban a atacar gritaban: ¡un desembargo, un desembarco!
Mi primera reacción fue proteger a mi familia,
pues tenía en la casa en ese momento una buena parte de ella, incluyendo niños
pequeños. Apagamos las luces y corrimos al cuarto más protegido de la casa.
Luego que se produjo un silencio atinamos a asomarnos a la calle y los hombres
que no entendían consejos y eran más arriesgados se acercaron como muchos
vecinos a la costa.
La imagen fue impresionante. Un ciudadano
americano y un residente cubano-americano habían ido a buscar familiares y a
pesar de no tener armas y que el barco se le había encallado en los arrecifes,
la guardia costera los había ametrallado. Varios recibieron disparos y hubo
tres muertos, incluyendo un niño de 16 años.
La rabia ante la salvajada estalló de manera espontánea.
Lo gritos de ¡asesinos! y ¡abajo Fidel! eran impresionantes. Dos autos de la policía
que se presentaron en el lugar fueron volcados por la población mientras otro
grupo en contra de los guardias se metieron en el agua para ayudar a los
heridos. Las piedras comenzaron a llover, y la multitud aumentaba por segundo. Allí no hubo lucha de vecino contra vecino, la
lucha era contra las autoridades. Las personas que estaban criando cerdos,
porque eran tiempos difíciles, lanzaban las cubetas con el excremento de los
cerdos a los guardias.
Las fuerzas del ministerio del interior cerraron
el acceso al pueblo para impedir que la gente de Regla, Casablanca y otros
pueblos cercanos se nos unieran. Mandaron camiones de uniformados y pusieron
dos militares en cada esquina del pueblo con ametralladoras disparando al aire. Estaba
super claro que nada podían las piedras contra las ametralladoras y la gente se
tuvo que retirar.
En los días siguientes el pueblo estaba lleno de
personas del ministerio del interior y los instructores del partido comunista.
Le dijeron a alguien que conozco: “Esto es Fuenteovejuna, nadie vio nada, nadie
sabe nada”. Y entre col y col dejaron caer que estaban muertos de miedo a que
ocurriera lo mismo que en Rumania con Ceaucesco.
En el mes de octubre de ese año se produjo otra
revuelta en el cercano pueblo de Regla por el asesinato del joven de 23 años
Luis Quevedo Remolina. A la madre le habían dicho que el joven murió producto
de un disparo cuando intentaba escapar. Al vestirlo vieron que le habían aplastado
los testículos, le rompieron la mandíbula y la boca, le habían dado golpes en
el estómago. Literalmente lo habían despedazado. Las protestas populares lideradas por la
madre no pudieron detenerse y la multitud se lanzó a las calles a protestar.
Esas situaciones fueron las que produjeron que el régimen
llevara a las Brigadas de Respuesta Rápida a un primer plano, para poder
reprimir las protestas y que no quedaran como una acción del gobierno A eso se
le unió el crear fuerzas paramilitares como el Contingente Blas Roca Calderio,
que fue utilizado eficientemente para reprimir la revuelta conocida como el
Maleconazo.
En estos momentos esa es la táctica prioritaria en
Venezuela bajo asesoramiento cubano, Maduro tiene que probar que es un tema entre civiles y que las
fuerzas represivas solo quieren guardar el orden. A los cubanos y venezolanos les dijo, no se
dejen utilizar. Si no pueden o no tiene la fuerza de expresar desacuerdo por lo
menos busquen una buena disculpa para no participar en actos de represión al
pueblo, porque la justicia en ocasiones se tarda, pero siempre llega.
Estela Teresita Delgado