Tuesday, June 30, 2015

PELIGRO, MUCHO PELIGRO


Muchos que no conocen la realidad cubana miran hasta con un poco de desprecio a los cubanos, y hasta consideran justo lo que les ocurre porque no se rebelan. Los que así piensan no conocen las miles de cuerdas, pinzas y cadenas que llevan a que el pueblo cubano no tenga ninguna confianza en sus propias fuerzas, y consideran que por sí mismos no pueden cambiar la situación.
La “magia” se logra con un cuerpo de leyes y reglas que atan al individuo desde su nacimiento hasta su muerte en vida; y a lo anterior se le un compromiso absoluto de las fuerzas armadas por medio de algunos privilegios baratos, y la agresividad de la fuerza policial y el ministerio del interior. A eso se le suma el control absoluto de los medios de comunicación y de casi todas las instituciones sociales, tales como asociaciones profesionales, e incluso en ocasiones parece que hasta las autoridades eclesiásticas se doblegan. Son muchos los otros recursos que se usan, tales como distorsión de la historia, mentiras, presiones para acceder a los trabajos y los centros de estudios, en fin, muchos medios.
Los nuevos de la pandilla no tienen que pasar todo el proceso, ya la experiencia acumulada hace las cosas más fáciles. En Venezuela has ocupado las instituciones, y todos saben que la autoridad electoral está totalmente al servicio del partido en el poder, que los militares los respaldan y la jauría de motorizados mantiene a todos a raya.
Hace algunos años escuché en la radio de Miami a una venezolana que dijo: “Eso le pasa a ustedes los cubanos, a nosotros no”. Lamentablemente hoy sabemos  que eso le puede ocurrir A CUALQUIERA.
Las instituciones democráticas son la base de la democracia, y en ese grupo juega un papel primordial los partidos políticos y las instituciones tales como el congreso y el senado. Los miembros de esos organismos de gobierno son electos por el pueblo.
En las sociedades democráticas los ciudadanos tienen el deber y el derecho de exigirles a sus congresistas y senadores que discutan  las leyes que defienden sus intereses; y también los ciudadanos tenemos que apoyar a los que nos representan.
Esta semana se han dado muchas decisiones de la Corte Suprema que han sido de vital importancia. No voy a referirme a si apruebo o no esas decisiones, sino en el proceso en sí.
Ya en junio del 2013, cuando la Corte Suprema discutió el Defense of Marriage Act de 1996, el juez Alito declaró: “Espero que la Corte finalmente permita que el pueblo de cada estado decida el tema por ellos mismos. A no ser que la Corte esté dispuesta a que esto ocurra, la fortaleza del federalismo, es la opinión de esta Corte hoy, será despedazada en el viento”.
I hope that the Court will ultimately permit the people of each State to decide this question for themselves. Unless the Court is willing to allow this to occur, the whiffs of federalism in the today’s opinion of          Sin embargo, ahora un pequeño grupo de magistrados impone su decisión sobre la opinión de los ciudadanos. Por ejemplo, en el estado de la Florida había sometido a votación de todos los ciudadanos si aprobaban considerar que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, y la mayoría de los ciudadanos aprobaron el matrimonio tradicional. Ahora la Corte Suprema impone un criterio por encima de la mayoría de los ciudadanos del estado.
Otro tema. Tal y como ahora está la ley de la salud, todos los que pagamos impuestos tendremos que subvencionar a las riquísimas compañías de seguro por las pérdidas en las que incurran por esa ley. Una enorme cantidad de personas tienen que trabajar dos y tres trabajos para poder pagar sus cuentas, a las que ahora se le añade un pago enorme por la salud. Existen muchos puntos controversiales sobre los que hay que discutir, pero la Corte Suprema impone su criterio sobre eso para “amarrar’ el trato.
Tenemos una opción: o defendemos la democracia y el valor del voto, o dejamos que la Corte Suprema nos impongan los arreos.la Corte Suprema (compuesta por individuos o electos) no puede tener la capacidad de ir por encima del voto de los ciudadanos.
 Exijamos a los congresistas y senadores que levanten su voz en nuestro nombre, o pongamos en sus puestos a quienes lo hagan.

Estela Teresita