Friday, October 23, 2015




 
Esta elevación localizada unos 500 metros sobre el nivel del mar conserva aún la vegetación original, nunca ha tenido que ser reforestada. Originalmente esta visita no estaba planificada pero tuve el gran privilegio de poder visitar este maravilloso lugar.  

En el Viejo Testamento, I Reyes 18:20-40 se relata la batalla del profeta Elías con los sacerdotes de Baal en este lugar. Como recordatorio de ese acontecimiento existe un monumento al profeta Elías.

Me sentí especialmente conectada con el lugar, tal vez por las muchas coincidencias que me unen personalmente a él.

El nombre del convento que existe en ese lugar “Stella Maris” (Estrella del Mar). La advocación de la Virgen del Carmen está relacionada a este lugar y ella es la patrona de Cojímar, mi adorado pueblo de pescadores. Los marineros confiaban su rumbo a las estrellas. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Se cuenta que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del escapulario carmelita.

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir la que desde tiempos remotos allí se le venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se le conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Llegaron incluso a llamárseles: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo.

Dos doctoras de la iglesia a las que mucho quiero y al que está vinculado mi segundo nombre, Santa Teresa de Ávila y Santa Teresita del Niño Jesús, eran miembro de la orden de las Carmelitas Descalzas.

Realmente esta visita fue un gran regalo de mi Señor, le doy gracias a Dios.

Estela Teresita Delgado.


Masada


           No había escuchado nada sobre Masada antes de visitar Israel. El lugar toma ese nombre por la palabra hebrea metzadá que significa fortaleza.
Se  llega al lugar tomando una carretera que atraviesa el desierto de Judea. Más cerca se ven los imponentes farallones del desierto, en el que existen cuevas donde en ocasiones los beduinos se protegen del ardiente sol. Al otro lado en la distancia se ven otras elevaciones que en la actualidad son parte del Reino de Jordán. Entre ambas alturas se encuentra alguna que otra planta del desierto con raíces profundas de hasta 30 metros en búsqueda de agua, el desierto y el Mar Muerto, el lugar más bajo de la tierra, 400 metros por debajo del nivel del mar.
Los colores del paisaje son impresionantes, el azul del cielo sin una nube porque no llueve en el lugar, los colores rojos y amarillos del desierto…
 Finalmente se divisa la meseta donde se encuentra la fortaleza construida por Herodes el Grande entre los años del 37 al 31 antes de Cristo.  Se llega a la cima por medio de un funicular. Al llegar el paisaje es hermoso y el visitante imagina la vida siglos atrás en ese lugar por medio de las ruinas ya excavadas.
Ese palacio podía funcionar  gracias a unos canales que hacían llegar la poca agua que cae al otro lado del desierto hasta el palacio, donde existían enormes cisternas que almacenabam el preciado líquido en cantidades más que suficientes. Se ven los lugares del los almacenes de víveres, la sinagoga y las ruinas del palacio.
Lo que ocurrió allí fue impresionante. Los judíos se rebelaron contra Roma en el año 66 después de Cristo y finalmente el primer templo fue destruido en el año 70. Un grupo de rebeldes lograron escalar las empinadas laderas y tomaron la inexpugnable fortaleza por sorpresa.
Todavía vivían allí unos 960 judíos, entre hombres, mujeres y niños, en el año 73, mucho después de la destrucción del primer templo, cuando el gobernador de Judea, Flavius Silva, decidió enviar una legión de unos 15,000 hombres para tomar la fortaleza.
La fortaleza era inexpugnable y a pesar que le cerraron los canales por donde recibían agua, los rebeldes resistieron gracias a las grandes cantidades de agua almacenadas. Incluso se dieron el lujo de arrojarle agua a los soldados romanos sedientos por el sol para desmoralizarlos.  Los rebeldes colocaron unos grandes maderos para evitar que los romanos tumbaran las paredes a golpes, pero los atacantes con flechas incendiarias quemaron los maderos.
Luego los romanos construyeron una rampa enorme por el lado más bajo de la fortaleza por lo que ya era inminente que podrían tomar el lugar. Eso podría llevar a la pérdida de la vida de muchos hombres, a que las mujeres fueran abusadas y que los niños crecieran en otra religión.
Entonces el líder del grupo Elazar, pronunció un discurso final que más o menos dice así: “Desde hace mucho decidimos nunca ser esclavos de los romanos ni de nadie que no sea el mismo Dios, que es el único y verdadero Señor de la humanidad; ahora ha llegado el momento que nos obliga a tomar una decisión verdadera en la práctica…Fuimos los primeros en revelarnos contra ellos, ahora seremos los últimos y no puedo menos que entender como un regalo de Dios el que aún nos dé la opción de decidir morir con valentía, como hombres libres”.
Se tomó por votación la decisión de morir antes de ser esclavos. Todo ocurrió así. Cada padre de familia mató a su esposa y sus hijos. Luego en grupos de 10 por sorteo se decidió quien sería el encargado de matar los otros nueve. Cuando solo quedaron 10 hombres se terminó de igual manera.
Cuando los romanos llegaron al lugar se quedaron impresionados por encontrar sólo cadáveres. Al imaginarse unos los dramáticos acontecimientos que ocurrieron en ese lugar la impresión es sobrecogedora. Entonces los pensamientos se elevan y cada cual llega a sus propias conclusiones. En cuanto a mí, no me asombra que Dios bendiga tanto al pueblo de Israel.

Estela Teresita Delgado