Thursday, May 21, 2015

Compromisos impuestos


Los compromisos impuestos

     He tenido la oportunidad de compartir con personas muy valiosas, y las sigo considerando así aunque tengamos opiniones políticas diferentes. Tuve un colega joven que  era excelente hijo, esposo y papá, pero además era muy profesional en lo que hacía, serio y trabajador.  En una ocasión que hablamos sobre los que decidían partir al exilio, ese joven  me dijo una frase muy gráfica: “Yo compré el ticket para ver la película completa, y estoy hasta el final”.
     En ese entonces jamás había concebido la idea de irme de Cuba, por lo que tomé esa frase como una expresión de fidelidad; pero hoy sé que era una muestra de ingenuidad. Realmente ninguno de nosotros compró un boleto para esa película, nos metieron en la sala con un boleto supuestamente regalado y con los ojos vendados. Por  todo lo que ahora sé no me siento una exilada traidora, sino en parte redimida.
     Una de las técnicas aplicadas por el grupo de Castro para mantener a las personas a su servicio es hacerlas copartícipes de los acontecimientos, comprometerlas para que se sumen a ellos. Y así ha sido siempre.
En un fragmento del libro “Pasajes de la guerra revolucionaria” escrito por Ernesto Guevara hace un recuento de la situación en el primer año de la guerrilla en la Sierra Maestra  y escribió:
“La carnicería de nuestro ejército se abastecía con reses que confiscábamos a los chivatos y latifundistas y el reparto era equitativo, parte para la población campesina y parte para nuestras propias fuerzas”
     En ese fragmento robar el ganado de los que no simpatizaban con ellos se llamaba “confiscar”, con lo que se adjudicaban una legalidad  que realmente no poseían. El hecho en sí es una expresión de la filosofía de que si no estás de acuerdo conmigo, no tienes derecho a nada de lo que hasta ahora disfrutas. Por otro lado compartían el botín con los campesinos, y ellos caían en la trampa de tomar lo que no era de ellos, y por lo tanto quedaban al servicio de los ladrones.
     Este es un ejemplo donde una persona buena, intrínsecamente excelente, puede estar sirviendo una causa equivocada si no tiene la habilidad de mirar “fuera de la caja” En el ensayo “Nuestra América” dijo Martí:
“Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
Estela Teresita Delgado