Nadie puede
otorgar, regalar o prestar la libertad a otra persona, sencillamente porque
nadie te puede dar lo que te pertenece. La libertad no es un don externo, sino
interno. Una persona es libre cuando piensa y actúa como una persona libre.
Las autoridades
pueden que limiten en alguna medida la capacidad de ejercer la libertad
personal. Un preso no puede estar en contacto con su familia, ni hacer lo que
desea, ni estar donde desea. Sin embargo, puede que sea un hombre libre. Por ejemplo, algunos presos políticos cubanos
tienen limitadas sus capacidades de actuar como hombres o mujeres libres, pero
precisamente por pensar y actuar como individuos libres es que están
encerrados.
Por otro lado, muchos
que andan libremente en la calle temen temor de decir lo que piensan o de
actuar de cierto modo. Se cuidan de la cámara que los vigila, el micrófono que
lo escucha, y el espía a cargo de su vigilancia. Todo lo hace con sigilo y temor.
Esos individuos se auto censuran y se
limitan a sí mismos.
Yo personalmente
tuve esa experiencia. Siendo joven me enviaron a estudiar sola a Austria, en un
lugar a unos 300 kilómetros de la embajada. Cualquiera podría pensar que estaba
libre, pero yo no era una persona libre.
La limitación que tenía no se basaba en que me llamaran regularmente o
me enviaran casi semanalmente correspondencia. La limitación estaba en mí
misma.
Por aquel entonces
ya había aceptado la existencia de Dios, pero sabía que me estaba prohibido
decir que creía en El. Y como no tenía conocimiento de mi fe, ni era parte de
ninguna iglesia, me plegaba a la obligatoriedad de negarlo. El Señor me regaló
la oportunidad de coincidir con un grupo de personas espectaculares, muchas de
las cuales son parte de mis amistades
más queridas hoy. Mis amigos se iban a misa cada domingo y me invitaban,
y nunca asistí, sencillamente por el miedo que en alguna oportunidad
coincidieran con las autoridades cubanas y revelaran algo que para ellos era
normal y para mí era prohibido. En ese entonces tenía miedo y me limitaba yo
misma.
En el instituto impartía clases un profesor por el que suspiraba la mitad
del aula, y tengo la certeza que no le era indiferente porque algunas personas
se dieron cuenta y me lo hicieron saber. A
mi realmente me encantaba, creo que hubiera podido amar a ese hombre
toda la vida. Pero no era libre, era incapaz de establecer una relación con un
extranjero. Y como dice un poema, cerrando los ojos lo dejé pasar.
La artista Tania
Brugueras es ahora víctima de las represalias del gobierno y le han retirado su
pasaporte. Es decir, limitan su derecho a ejercer la libertad de movimientos. Con tal que no hiciera su acto en la plaza la
llevaron presa. En cuanto la liberaron convocó a una rueda de prensa. La
volvieron a llevar presa para que no hiciera la rueda de prensa. En cuanto la
soltaron se plantó frente a la estación de policía donde habían encerrado a
algunos de los habían intentado asistir a su acto y dijo que no se movería de allí
hasta que los liberaran. Ya
Tania es una mujer libre, y la admiro.
La libertad tiene
su precio y hay que pagarlo. En mi caso estar alejada de mis seres queridos,
dejar de darles una mano cuando la necesitan, perderme procesos familiares y de
mi patria, implica enormes sacrificios. Y como estoy pagando el precio ejerzo
mi libertad de decir lo que pienso, aunque en algunas cosas me equivoque y
tenga que rectificar, e incluso si eso me trae represalias o consecuencias.
La realidad es
una: una vez el individuo es libre no puede respirar sin ejercer ese derecho.
Estela Teresita Delgado