
Mi madre leía
siempre, leía cuanto podía. Esa no era tarea fácil, con un hogar, siete hijas, mi
abuelita en un silla de ruedas, y todos dependiendo del exiguo salario de mi
padre. El procurar los alimentos le
llevaba mucho tiempo, el cuidar de todos, el mantener la casa pulcra, el
adaptar la ropa de las mayores a las más pequeñas, el coser y remendar…pero
siempre leía. Aunque fuera un poco antes de bañarse para ir a acostarse, o
antes de acostarse.
No recuerdo haber
disfrutado de abundancia económica nunca, pero recuerdo que nunca pude dejar de
tener un libro que quisiera o necesitara; hoy comprendo que eso implicó muchos
sacrificios. Si yo pedía un libro mi
madre hacía cuanto estuviera a su alcance para comprarlo, y también para procurarme papel para escribir y dibujar, y los lápices.
Gracias, mami, por
haberme enseñado a valorar los libros y sus enseñanzas. Que Dios te tenga en su
Santa Gloria, porque lo mereces. Debes descansar satisfecha en el cielo, porque
en la tierra libraste todas las batallas con optimismo y confianza. Gracias por
siempre.
Mami, pronto
saldrá mi primer libro en idioma inglés, y en mucho es gracias a ti. Te lo voy
a dedicar, sonríe en el cielo, porque espero con ese libro poder ayudar a nuestra
patria. Mami, te amo.
Señor
misericordioso, acoge a mi madre en tu reino.
Estela Teresita Delgado
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