Con un sorbito…de café
En una canción popular de los Brincos se brindaba
por un gran amor con un sorbito de champagne. Eso implica una ocasión muy
especial y exclusiva. Los cubanos hacen especial cada momento y nada es
imposible de tratar con un sorbito de café.
Hace poco pude visité muchos amigos en Cuba y ya a
la cuarta casa estaba saturada de café. Intenté rechazar una taza del “néctar negro
de los dioses blancos”, como decía mi mamá, pero la mirada de desilusión fue tan
grande en el rostro de quién me lo ofrecía que no me quedó más remedio que
tomar una taza más. Y no es fácil
garantizar el café en Cuba, como no es fácil conseguir nada. Pero prima la generosidad, el mirar a los ojos
y el afecto sincero.
En el barrio de una de mis hermanas son varias las
vecinas que se comparten lo que consiguen y se ayudan como si fueran familia. Cada uno es su casa, pero desde ella extienden
la mano sin importar el color, la religión ni lo que hacen. Eso es uno de los
secretos del cómo se logra sobrevivir en la isla en la actualidad.
Eso no es de ahora. Mi abuelita me contó que
cuando mi madre estaba pequeña tenían una situación económica muy difícil. Una mujer que se dedicaba a la prostitución no
la saludaba a la vista de todos para “no perjudicarla”, pero por el fondo de la
casa le pasaba por la cerca el plato de comida.
Brindo por las muchas personas que me han ayudado,
por mis compañeras de clases que seguimos apreciándonos, por las amigas
sinceras, por la generosidad de tantos. Y lo hago un cafesito cubano caliente,
pequeñito pero fuerte.
La canción decía: "nunca te podré olvidar, porque me enseñaste a amar". Cuba hermosa, no te olvido porque te amo.
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