La telaraña de
los funcionarios “de confianza”
La araña puede construir redes de hasta veinte veces su peso. Las mismas
tienen una gran fuerza de tensión y elasticidad, y en ocasiones se utilizan
para capturar a otros insectos de las que se pueden alimentar. Ellas construyen
esa red y están atadas a ellas, en ocasiones se las tienen que comer ellas
mismas.
En la sociedad cubana hay una
cantidad de funcionarios de confianza que están atrapados en una red de
telaraña, con hilos que se unen fuertemente unos a otros y que hacen imposible
el movimiento. A continuación explicamos cómo funciona.
Los puestos de confianza se supone
que estén relacionados a responsabilidades que estén vinculadas al extranjero,
las que proporcionen entradas en dividas, o las que manejen información sensible
del gobierno. En casi todos los casos
son posiciones supervisadas directamente por el ministerio del interior y esa institución
designa al menos un agente para atender el personal del centro de trabajo en
cuestión.
En Cuba ningún funcionario recibe su salario total en dinero. Una
parte lo recibe en dinero y otra parte la recibe en beneficios condicionados a
su cargo. Si pierde el puesto de trabajo
pierde sus beneficios. Esta regla de asigna desde un ministro, a un
vendedor de servicios turísticos.
Sabemos que el transporte en Cuba es
muy ineficiente y que exige gastar gran cantidad de energía para los traslados.
Uno de esos beneficios puede ser un auto
para trasladarse con una cantidad de gasolina garantizada para los movimientos
del funcionario. La pérdida de este beneficio no sólo perjudica al funcionario,
sino también a su familia.
En algunos casos el trabajo
realizado permite viajar al exterior. Si se pierde el puesto se pierde una
fuente para garantizarle a la familia medios necesarios para su subsistencia.
Los puestos que permiten garantizar
entrada de divisas al hogar, ya sea legal o ilegalmente, son de los más
cotizados. La subsistencia depende de ese vínculo laboral.
¿Qué es necesario hacer para
mantener una de esas posiciones? Sencillamente traicionarse a uno mismo todos
los días. Es impensable enfrentar una directiva del Partido Comunista por más
absurda que sea. Son pocos los que se arriesgan para defender a otro igual en
desgracia. Es una obligación no escrita el mantener buenas relaciones con el
funcionario de la seguridad del estado asignado, al menos en apariencia. En
fin, ir flotando como el corcho.
Y se sobrevive, pero no se conoce lo
que significa la palabra libertad. Ese expresarse libremente sin temor a que
alguien informe o que le graben a uno. Ese poder actuar de acuerdo a su
inteligencia y empuje para construir lo propio y no depender de un empleador. Y
esa es la esencia de la doble moral.
Ante el poder aplastante del estado,
y la gangrena mental de que nada puede hacerse, lo más lógico es adormecer la
conciencia, dejarse llevar y vivir el día a día. Y el ser humano se acomoda a
lo impensable.
Desde que partí al exilio no tengo más
beneficios que los que me puedo ganar con mi sudor. No puedo culpar a nadie de
mis errores, todos dependen de mis decisiones y son tan míos como mis logros.
No temo decir abiertamente lo que creo, aunque algunos no les parezca.
Confieso que no tengo ningún mérito en la
decisión de emigrar, nunca había estado en mis planes ni en mis deseos. Justificándome
en las necesidades de mi familia me conformaba con lo único que me parecía
posible. Pero le agradezco infinitamente
al Señor que haya bordado tan finamente este destino para mí. Ha sido muy duro,
pero ha valido la pena.
Y un día un viento fuerte liberará a
las arañitas cubanas de las redes que las atan, o ellas mismas se la comerán para
moverse libremente.
Gracias, Señor, por tu Amor.
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