Mi padre
No sé si deba escribir algo sobre mi padre biológico, de todas formas él no
lo va a leer: es analfabeto. Su origen es la de un campesino humilde de Pinar
del Rio. Llegó a la Habana alrededor de los dieciséis años y desde entonces ha
estado trabajando muy duro toda la vida. Me comentaron que de joven podía subir
una escalera con un saco de cemento en cada mano. Hoy a más de ochenta sigue
fuerte.
No sé si estoy calificada para escribir de mi padre biológico: prácticamente
no lo conozco. Mis padres se separaron siendo yo muy pequeña y al poco tiempo
él fue a prisión como prisionero político. Le pedían paredón pero finalmente
estuvo preso por casi todo el tiempo que siguió en la isla. De la prisión salió
al exilio y precisamente el conocerlo más fue uno de los motivos de mi llegada
aquí.
A pesar de ser humilde y analfabeto comenzó en La Rosa Blanca con Rafael Díaz
Balart desde sus comienzos y llegó a ser Comandante de la Contrarrevolución. Todavía
me asombro de su intuición. Y está
sencillo en su casita, sin que nadie le conozca.
Llegó a este país y ha tenido negocios, ha trabajado como un mulo y muchos
de los techos de Miami tienen el fruto de su sudor. Se conoce toda la ciudad,
va a cualquier dirección y te calcula los costos de un techo y la ganancia en
un abrir y cerrar de ojos.
Mi padre tiene una inteligencia natural. Su razonamiento se va por caminos
no andados. Algunos piensan que los Estados Unidos es el país de la abundancia
y los millonarios. El me dijo un día: “este es el país de los pobres”. Cuando
le pregunté me dijo :”¿por qué el pobre lo es? Porque no tiene que comer. Aquí la
comida sobra”. Y comprendí que sí, que aquí el pobre y la mayoría de la
población viven con dignidad dentro de sus límites y tiene cubiertas sus necesidades
básicas.
En una fiesta se discutía si Fidel era inteligente o no y muchos aunque
reconocía que era para mal, aceptaban su inteligencia. Mi padre dijo: “es un
bruto”. Cuando le pedí que argumentara me dijo: “hija, mira lo que ha hecho con
ese país. Lo tenía absolutamente todo para hacer maravilla ¿y qué ha hecho?
Suficiente.
Pero he comprendido que el tiempo perdido su no recupera. Los años que no
compartimos quedaron atrás y no hay roce ni trato. Pero trato de aprender lo
que pueda por el tiempo que quede, y espero poder saber un poco más de la
historia de mi país por sus experiencias. Mañana él no leerá esto, pero le
diré:¡ Felicidades!
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