El Salve de la Virgen
La oración del Salve es una de las más hermosas que he
escuchado. Tal vez esto sea por toda la pasión, dulzura, admiración, confianza
y respeto que se refleja en la misma. Desde
el mismo saludo se puede apreciar cuanto con cuanto amor se dirige uno a la
Virgen María:
“Dios te
salve, reina y madre de misericordia,
Vida,
dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.”
Luego del saludo nos presentamos a la Virgen con humildad:
“A ti
llamamos los despreciados hijos de Eva,
A ti
venimos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”
Seguidamente le pedimos su intercesión:
“Ea, pues
Señora, abogada nuestra,
Vuelve a
nosotros esos, tus ojos misericordiosos”
Hago una breve pausa para explicar cuándo
y cómo escuché esta oración por primera vez. Yo estaba recién emigrada en
España, y había conseguido trabajo cuidando a una señora mayor de noche.
Esta señora tenía un estado de salud
extremadamente delicado. Ya había tenido un episodio cerebro vascular y había quedado
muy delicada. María, que así se llamaba esa señora, casi no comía, por lo que estaba sumamente
delgada. Además tenía la circulación tan mala que el roce de la postura de la
sábana o la toalla le ocasionaban dolor, por lo tanto para ayudarla a moverse
era necesaria una extrema delicadeza. A eso es necesario añadir que parece que su riñón había quedado afectado y
cada 45 minutos o una hora había que ayudarla para evacuar unas góticas o
sacarle flemas.
Una noche me pidió que la ayudara a
ir a un extremo de la cama y eso fue toda una proeza. Finalmente se sentó casi
en la cabecera, frente a una imagen de la Virgen que encontraba sobre la mesa de noche, y comenzó a rezar el Salve con
tanta fuerza que me impactó. Nunca había escuchado esa oración tan vehemente.
Cuando terminó la oración además del pedido que tiene la misma añadió uno particular. En esa ocasión aquella
madre tan enferma hizo un esfuerzo supremo para ir hasta la imagen de la
Virgen, para pedirle por su hijo que a la mañana siguiente lo iban a operar a
corazón abierto. Me quedé sin palabras. Esa es la oración de una madre, que
teniendo mucho que pedir para ella, pero se olvidaba de sí misma y daba
prioridad a la necesidad del hijo.
Me imagino la angustia de la Virgen buscando posada
sabiendo que ya estaba próximo el alumbramiento de su bebé. También pienso en
su angustia cuando en el camino de El Calvario
sufría la injusticia a la que era sometido su hijo. Y precisamente ese es nuestra súplica central en la oración:
“Y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh,
clemente!, ¡Oh, piadosa! ¡Oh, siempre dulce Virgen María!
Ruega por
nosotros, santa Madre de Dios,
Para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.”
Con esa confianza ya próxima a la navidad, le hago un Salve a la Virgen y le pido por la
salud de mis hermanas y por el amor en sus familias. Le pido por la salud y el
bienestar de mis sobrinos, y el de los hijos de todas mis amigas y conocidos. Y
especialmente le pido a la Virgen por los jóvenes cubanos, para que no tengan
que llegar al exilio, o a una edad madura, antes de conocer El Salve, como fue
mi caso.
Estela T. Delgado
Naples, Diciembre 18,2013