Una de las
primeras expresiones que me sorprendieron en este país la emitió mi cuñada. Sus
padres la trajeron a los Estados Unidos a los dos años de edad, por lo que su
educación y formación es la de una ciudadana de este país. Recuerdo que ella
reclamó algo y argumentaba que ella no pagaba impuestos para eso. Y exigió
respeto y explicación.
Eso fue
totalmente novedoso para mí, pero ahora lo comprendo. Los ciudadanos están
orgullosos de pagar impuestos porque eso implica que se sostienen a sí mismos,
y saben que ese pago es absolutamente necesario para contribuir al pago de la policía,
los bomberos, la infraestructura y otros gastos comunes. Aquí los ciudadanos
pagan los impuestos, y en base a lo recaudado se hace el presupuesto del
estado. Eso es lo que explica las duras discusiones en el cómo usar el dinero,
el nivel de endeudamiento, el déficit y sobre todo el alza o disminución de los
impuestos.
En el sistema
comunista el estado toma posesión de los medios de producción para su
administración, y se elimina la propiedad privada. Ya eso es una base fatal,
pero la organización de la economía en la práctica es mucho peor. Realmente no recuerdo en nada de la teoría marxista que
se obligara a funcionar de una manera tan macabra e ineficiente.
Me imagino que
los rusos, que estaban casi en el feudalismo cuando se produjo la revolución, lo aplicaron así y luego se fue copiando. El
hecho es que el ciudadano no recibe el salario que se le debe por su trabajo, sino que casi
lo que recibe es un dinero de bolsillo, un estipendio para gastos menores, y el
estado se queda con casi todo el dinero y lo maneja a su antojo.
Al no haber
contabilidad, ni oposición, ni poder judicial, pues de ese saco se usa todo
como mejor le plaza a alguien. Los resultados en Cuba están a la vista.
Excesivo endeudamiento, ineficiencia de la economía (prácticamente hay que
importarlo todo) y una dudosa contabilidad. Por ejemplo, los ingresos del grupo
Gaviota, producidos con bienes del pueblo cubano, no entran al presupuesto
nacional y se utiliza por Raúl Castro como le convenga.
Al llegar a los
Estados Unidos los cubanos enseguida se adaptan. La lógica dice que mientras
más impuestos uno pague eso implica que ha ganado más, así que es un mal
necesario, siempre que el nivel de ingresos no sea abusivo. Por eso tengo
confianza que con unas reglas del juego clara en una nueva Cuba los cubanos
sabremos cómo organizarnos. Realmente no hay que inventar el agua caliente. El
sistema opera en casi todo el mundo occidental con eficiencia.
Estela T. Delgado
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