
Los resultados de esta responsabilidad monumental no están determinados por el nivel económico o
educacional de los padres, sino en el nivel de su amor y su entrega. En mi
opinión es de vital importancia que exista un buen nivel de comunicación entre
el padre y la madre. Lamentablemente resulta fatal que por cualquiera que sea
el motivo, uno de los cónyuges imponga
su criterio sobre el otro, lo que evita que el sabio producto del intercambio genere
decisiones acertadas.
Sin embargo, es esta una responsabilidad tan importante y trascendental que
resulta imprescindible el acercarse a
Dios para poder tomar decisiones sabias.
El está ahí para guiarnos y aconsejarnos, les recomiendo a los padres que
utilicen esta oportunidad al máximo. También hay que considerar que Dios actúa
incluso cuando no tenemos conciencia de ello, si nuestros actos están guiados
por la entrega y el sacrificio.
Cuando era pequeña recuerdo haber escuchado a mi madre ilusionada en más de
una ocasión por hacerse un vestido con una tela que acariciaban sus manos, pero
en casi todos los casos la tela finalmente era destinada a una pieza de ropa para una
de mis hermanas o para mí. Ahora se me parte el corazón cuando recuerdo que se
comía el carapacho y el cuello del pollo dejándonos a nosotros las mejores
partes.
Al graduarme de secundaria básica le expresé a mi madre el deseo de
comenzar a trabajar para ayudar en la economía de la casa. Su respuesta fue
clara: estudia y prepárate para la vida, la responsabilidad de tus hermanas en
mía, no tuya. Si no estudias el día de mañana tus hermanas abran estudiado y tu
te quedarás atrás. Al graduarme se
demoraban en ubicarme a trabajar y quería comenzar a hacer cualquier cosa con
tal de ayudar en la en la casa, pero mi madre me apoyó en esperar.
Gracias a mi madre me pude desarrollar profesionalmente y viajar
prácticamente a todo el mundo; todas sus hijas alcanzaron un nivel educacional
superior al que ella pudo llegar, incluyendo dos hijas médicos con la capacidad
de ayudar a muchos seres humanos.
Le ruego a Dios que tenga en su Santa Gloria a mi madre y mi abuela,
ejemplos de amor y entrega y que bendiga a todos los padres que piensan primero
en sus hijos, sus sacrificios no serán en balde.
Estela T. Delgado
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