El hijo prodigo.
En sacerdote Luis Pacheco en su homilía de esta semana sobre la parábola
del hijo abordó buen punto. El hijo prodigo llego a la conclusión que había
actuado mal porque empezó a sufrir necesidad y tenia hambre. No fue un gran
cambio de corazón y mente, fue la necesidad la que lo impulsó.
Al llegar a la casa del padre el mismo no le pregunta el por qué regresa. Dice el evangelio que “Estaba todavía lejos, cuando el padre
lo vio, y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, echándole los brazos al
cuello y lo cubrió de besos”.
El sacerdote Pacheco nos preguntó:
¿por qué están hoy aquí? ¿El esposo o la esposa o los padres los obligan?
¿necesitan hacer relaciones para vender sus productos? ¿lo hacen por
costumbre? Los motivos realmente no
importan, lo cierto es que están aquí y Dios puede actuar en ustedes.
Los caminos del Señor son
inesperados, caprichosos, en ocasiones incomprensibles.
En mi caso personal cuando decidí
salir de Cuba decidí quedarme en la primera oportunidad, aunque fuera la
Conchichina. El lugar resultó ser España. En ese punto no sabía ni siquiera una
oración. Comencé a trabajar como acompañante de una señora católica consagrada
en la Tercera Orden de los Franciscanos y hacia con ellas laudes, vísperas y
rosario todos los días, vía crucis en Cuaresma y tuve días de ir a Misa hasta
tres veces. Conocí al Movimiento
“Familias de Nazareth” y me encontré con uno de los mayores regalos de mi vida,
mi guía espiritual el sacerdote Enrique Rexach Morales, que en gloria este.
Hice mi catecismo y encontré respuestas a todas mis preguntas. Lo que me
permitió conocer este nuevo maravilloso mundo no fue mi decisión, fue una
necesidad. Pero gracias a ello, comprendí y decidí conscientemente qué hacer.
En el aspecto social, son hechos
fortuitos los que guían el camino. En ocasión del tornado de Cuba vimos en las
redes una doctora que servia al sistema, hacia lo que consideraba correcto, y
esta situación y la generosidad de una vecina que consideraba casi su enemiga
le hizo ver todo de una manera diferente.
Con nuestras palabras y acciones
debemos trabajar día a día para que una mayor cantidad de cubanos comprendan la
verdad. Un día a la vez, un cubano a la vez. Mientras más cubanos repitamos la operación,
el tiempo se acortará.
Estela Teresita Delgado
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