Saturday, December 27, 2014

Recuerdos de Navidad


La época de Navidad es para algunos los días de compras o los días de cocinar mucho y comer bastante. En estos días los recuerdos vienen a mi mente como en nubes.
De la primera Navidad lo que me viene a la mente es la imagen de mi tío Florentino.  Estaba sentado muy ceremonioso con un traje color cremita, sus ojos grandes, su mirada buena y aquel bigote bien negro que llevaba. Se comportaba con mucho respeto en la mesa, pero se sentía más bien contento.
En aquel entonces tendría yo seis años o menos, porque aún vivíamos en la primera casa de la familia. La vivienda era muy humilde y sencilla, pero en mi mente quedó fijada la imagen de una mesa muy bonita y bien provista.
Otro recuerdo de aquellos años era el ir con mi mamá y mis hermanas a cortar un arbolito. Cerca de la casa había mucha manigua, y siempre encontrábamos alguno que tuviera muchas ramas y donde podíamos colgar las bolas brillantes (que eran las mismas desde siempre), luego que lo forrábamos de algodón.
Un domingo en la oscuridad de un cine miré un noticiero antes de la película, en el que Fidel con una boina y moviendo los brazos como era su costumbre dijo una frase que yo no alcanzaba a comprender: ¡Abajo las tradiciones!
Por muchos años las navidades quedaron borradas, no hubo más cenas, ni avellanas, ni nueces ni turrones.
De esos días quedaron por un tiempo más el regalo de los reyes. A cada niño le “tocaba” un juguete básico (el mejorcito) y dos no básicos. El proceso cada año de colas y la creatividad de los burócratas era increíble, pero eso ya llevaría otro artículo.
A mi madre siempre le quedó la nostalgia de la Navidad. Si hablaba del tema suspiraba y sus ojos recordaban el pasado. Siempre fuimos pobres, pero de alguna manera siempre habíamos celebrado la Navidad hasta donde recuerdo.
Ya adulta me asignaron a trabajar en Alemania Federal y ahí volví a recuperar el sentido de estas fiestas, y de las vidrieras hermosas y las luces de colores. En cuanto pude le compré a mi mamá un arbolito, bolas bonitas y un Santa Claus de cuerda que balanceaba una campanita acompañado por la canción Jingle Bell. Mi madre adoraba su Santa Claus.
Siempre estaba trabajando en estas épocas, porque los que trabajamos en servicio precisamente tenemos más actividad cuando otros se divierten. Pero decidí tomarme un descanso y celebrar la Navidad en familia.
En esa época ganaba yo en divisa y eso en Cuba lo ponía a uno en ventaja. En aquella enorme mesa no faltó realmente nada: puerco, pollo, jutia y pescado,  arroz, frijoles, yuca, manzanas, turrones, uvas, manzanas, nueces, avellanas, vino, ron, cerveza, pudin, y flan.  
Nos reunimos casi treinta personas y tuvimos que unir tres mesas para poder comer a la misma vez. Toda la familia y algunos amigos estaban presentes. No sé que me dio por ser tan botarate, pero lo hice. Nunca habíamos tenido ni creo que volvamos a tener una mesa así.
Nunca olvidaré aquella celebración porque fue la última en la que estuve con mi madre, fue realmente una despedida. Yo no lo sabía cuando estaba participando en ella, y la veía tan contenta que  eso me llenó de júbilo. Unos meses después de una manera súbita fue llamada con nuestro Señor.
Por eso ahora en estas Navidades tengo presente al niño Dios, su nacimiento, pero también para mí Navidad es mi madre. Ruego en esta navidad porque vengan días de prosperidad y alegría para todo mi país. Espero que pronto toda la familia cubana se una y que celebren el cumpleaños más importante de este mundo, el del niño que nos recuerda que Dios nos ama.

Estela Teresita

Navidad del 2014

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