Un viejo refrán aconseja” divide y vencerás”. Y no existe una
mejor forma de dividir que promover la envidia. Ese ha sido una práctica generalizada de los hermanos Castro en Cuba.
En las sociedades exitosas los que se encuentran en escalones más bajos quieren ascender en la
sociedad y con su trabajo ser el mejor
de los mejores. No se trata que otros
tengan una situación tan precaria como la de uno, sino llegar a poseer
el mismo éxito que el más exitoso. Eso
constituye un motor imparable, existen historias muy motivadoras que dan fe de ello.
Lo más absurdo que existe es destruir, demonizar y perseguir el éxito. El
apelar a la envidia ha hecho posible que unos ciudadanos denuncien a otros, y que
los más avispados se esfuercen por camuflar su realidad para evitar caer en desgracia. Todo el mundo
tiene que vivir con un trabajo increíble, y al final casi todo el mundo tiene
que vivir a nivel del suelo.
La envidia fue utilizada para implantar la ley de reforma agraria, la que
en un primer paso implicaba castigar a los más ricos. En ese esfuerzo Castro
logró comprometer a medianos y pequeños sectores privados, entre otros. ¿Y qué
pasó? Luego les tocó el turno a ellos, y a los campesinos, y finalmente destruyó
todo el país.
Actualmente se utiliza esta arma con efectividad en algunos casos para
combatir a los disidentes. Se hace énfasis en que viajan y que reciben ingresos
en divisas. La realidad es que no todos los disidentes viajan ni reciben
ingresos en divisa, lo general es que todos reciben golpes y atropellos, y en
su totalidad son reprimidos y en todo momento.
Algunos disidentes hacen contribuciones en medios en el exterior y por ello reciben un salario por su trabajo, como lo recibe un
médico que va a una misión por el gobierno, o los músicos y artistas que sirven
a la revoluciónn. Realmente algunos de los funcionarios también viajan, y por
lo regular viajan más que los disidentes, pero lo hacen con dinero del pueblo,
no con su dinero.
Ya San Pablo lo aconsejaba, “desterrad toda ojeriza”. Es por eso que estoy
absolutamente convencida que un cambio en Cuba tiene que estar precedido por un
cambio en el espíritu, y la eliminación de los sentimientos bajos. ¡Que Dios
nos ayude!
Estela Teresita Delgado
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