Tuesday, April 21, 2015

La revolución de la envidia


Un viejo refrán aconseja” divide y vencerás”.  Y no existe una mejor forma de dividir que promover la envidia.  Ese ha sido una práctica generalizada de  los hermanos Castro en Cuba.

En las sociedades exitosas los que se encuentran en  escalones más bajos quieren ascender en la sociedad  y con su trabajo ser el mejor de los mejores. No se trata que otros  tengan una situación tan precaria como la de uno, sino llegar a poseer el mismo  éxito que el más exitoso. Eso constituye un motor imparable, existen historias muy motivadoras  que dan fe de ello.

Lo más absurdo que existe es destruir, demonizar y perseguir el éxito. El apelar a la envidia ha hecho posible   que unos ciudadanos denuncien a otros, y que los más avispados se esfuercen por camuflar su realidad  para evitar caer en desgracia. Todo el mundo tiene que vivir con un trabajo increíble, y al final casi todo el mundo tiene que vivir a nivel del suelo.

La envidia fue utilizada para implantar la ley de reforma agraria, la que en un primer paso implicaba castigar a los más ricos. En ese esfuerzo Castro logró comprometer a medianos y pequeños sectores privados, entre otros. ¿Y qué pasó? Luego les tocó el turno a ellos, y a los campesinos, y finalmente destruyó todo el país.

Actualmente se utiliza esta arma con efectividad en algunos casos para combatir a los disidentes. Se hace énfasis en que viajan y que reciben ingresos en divisas. La realidad es que no todos los disidentes viajan ni reciben ingresos en divisa, lo general es que todos reciben golpes y atropellos, y en su totalidad son reprimidos  y  en todo momento.

Algunos disidentes hacen contribuciones en medios  en el exterior y por ello reciben un  salario por su trabajo, como lo recibe un médico que va a una misión por el gobierno, o los músicos y artistas que sirven a la revoluciónn. Realmente algunos de los funcionarios también viajan, y por lo regular viajan más que los disidentes, pero lo hacen con dinero del pueblo, no con su dinero.

Ya San Pablo lo aconsejaba, “desterrad toda ojeriza”. Es por eso que estoy absolutamente convencida que un cambio en Cuba tiene que estar precedido por un cambio en el espíritu, y la eliminación de los sentimientos bajos. ¡Que Dios nos ayude!

Estela Teresita Delgado

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