Cinco
años antes del nacimiento de José Martí, Carlos Marx publicó junto a Federico
Engels el Manifiesto Comunista. Sin embargo, Martí pudo analizar la ideología
que Marx planteaba por todas las publicaciones que hizo en tiempos de José Martí, tanto las de Marx sólo
como las que publicó con Engels.
El pensamiento profundo de José Martí le permitió
visualizar las grietas de la nueva teoría social. Por ejemplo, planteó:
“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras; el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse como frenéticos defensores de los desamparados”.
“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras; el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse como frenéticos defensores de los desamparados”.
Martí
se percató del peligro de la esclavitud y el sometimiento en el sistema socialista:
“Esa futura esclavitud es el socialismo”.
No
queda dudas ante su explicación, que es exactamente lo que ha ocurrido en todos
los lugares donde se ha querido llevar la teoría a la práctica:
«Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanza y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pudiese el estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facilidades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllas.
De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquél que trabaja para otro que tiene dominio sobre él, y en ése sistema socialista dominaría la comunidad del hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos y por tanto abusadores, soberbios, ambiciosos y en esa organización tendrían gran poder, apoyadas por todos los que aprovechan o esperaron aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos, el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo los quebrantos, violencias hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana...El funcionario autocrático, abusará de la plebe, cansada y trabajadora. Lamentablemente será y generará la servidumbre».
Martí habló claramente de la relación de los ciudadanos con la propiedad y el capital:
«Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanza y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pudiese el estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facilidades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllas.
De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquél que trabaja para otro que tiene dominio sobre él, y en ése sistema socialista dominaría la comunidad del hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos y por tanto abusadores, soberbios, ambiciosos y en esa organización tendrían gran poder, apoyadas por todos los que aprovechan o esperaron aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos, el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo los quebrantos, violencias hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana...El funcionario autocrático, abusará de la plebe, cansada y trabajadora. Lamentablemente será y generará la servidumbre».
Martí habló claramente de la relación de los ciudadanos con la propiedad y el capital:
“El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital: es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y de otro” (Escenas Mexicanas, 1875).
“Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido” (Escenas Mexicanas, 1877).
“Es rica una nación que cuenta con muchos pequeños propietarios” (Nuestra América, 1878).
“Una Constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” (Escenas Norteamericanas, 1882).
“La propiedad conserva los Estados” (Nuestra América, 1886).
“Es deber del hombre levantar al hombre: se es culpable de toda abyección que no se ayuda a remediar: sólo son indignos de lástima los que siembran traición, incendio y muerte por odio a la prosperidad ajena”.
“Una revolución es necesaria todavía: la que no haga presidente a su caudillo, la revolución contra las revoluciones. ..!”.
“La tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vista en algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes”
“Asesinos alevosos, ingratos a Dios y enemigos de los hombres, son todos aquellos que con el pretexto de enseñar doctrinas modernas, dejan caer en los oídos de las juventudes un cúmulo de ideas, infiltrándoles el evangelio bárbaro del odio, en lugar de la doctrina sublime del amor.”
Los
cubanos poseemos en José Martí y Félix Varela las bases para el futuro de
nuestra patria.
Honor
a José Martí en un aniversario más de su natalicio.
Estela
Teresita Delgado