
Una de mis cartas favoritas fue la que le envió a María Mantilla aproximadamente
un mes antes de morir, cuando aún se encontraba en Cabo Haitiano. Esa carta
parece estar dirigida a todas las mujeres, y en especial a las jóvenes.
“Y
mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del
mundo, en saber, en querer,-en saber, para poder querer,-querer con la
voluntad, y querer con el cariño? ¿Se sienta, amorosa, junto a su madre triste?
¿Se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser
igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de
amores,-a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas
cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo,
libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten
los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura
por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas,-esclavas por
su ignorancia y su incapacidad de valerse,-llaman en el mundo “amor”. Es
grande, amor: pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así, no la
ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento y respeto.- ¿En qué
piensa mi hijita? ¿Piensa en mí?”
En ese primer párrafo Martí con ternura paternal le plantea a María la importancia
de que la mujer se prepare para la vida y para el amor.
En otro segmento más adelante le
dice:
… “Cuando alguien me es bueno, y bueno a
Cuba, le enseño tu retrato. Mi anhelo es que vivan muy juntas, tu madre y
ustedes, y que pases por la vida pura y buena. Espérame, mientras sepas que yo
viva. Conocerás el mundo, antes de darte a él. Elévate, pensando y trabajando…”
Al referirse a un libro que le envió comenta: “Léelo, y luego enseñarás. Enseñar, es crecer.”
Si yo tuviera una hija mujer leería esta carta junto con ella, la
analizaríamos juntas y discutiría cómo se refleja en la actualidad lo que ahí se dice. Esa frase del
primer párrafo donde le recomienda prepararse para no vender la libertad de su corazón
y su hermosura por la mesa y el vestido es clave.
José Martí inspira hoy a los cubanos
que aman la a patria al igual que hace ya más de cien años. Gracias, Señor, por hacer que
tuviéramos una figura de ese nivel en nuestra América.
Estela Teresita Delgado
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