En unos días se cumplirán 163 años del nacimiento de José Martí, el que se
produjo en una humilde casita en el número 41 de la calle Paula, en la Habana,
el 28 de enero de 1853. No sólo los cubanos conocemos de la excelencia de José
Martí, pues vivió en España, México, Guatemala, Venezuela y Estados Unidos; fue
poeta, profesor, periodista, escritor, filósofo y líder de la guerra de independencia de
Cuba; son muchas las facetas en las que se destacó José Martí. Una de las
que más admiro de Martí es la finura de su espíritu.
Una de mis cartas favoritas fue la que le envió a María Mantilla aproximadamente
un mes antes de morir, cuando aún se encontraba en Cabo Haitiano. Esa carta
parece estar dirigida a todas las mujeres, y en especial a las jóvenes.
“Y
mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del
mundo, en saber, en querer,-en saber, para poder querer,-querer con la
voluntad, y querer con el cariño? ¿Se sienta, amorosa, junto a su madre triste?
¿Se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser
igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de
amores,-a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas
cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo,
libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten
los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura
por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas,-esclavas por
su ignorancia y su incapacidad de valerse,-llaman en el mundo “amor”. Es
grande, amor: pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así, no la
ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento y respeto.- ¿En qué
piensa mi hijita? ¿Piensa en mí?”
En ese primer párrafo Martí con ternura paternal le plantea a María la importancia
de que la mujer se prepare para la vida y para el amor.
En otro segmento más adelante le
dice:
… “Cuando alguien me es bueno, y bueno a
Cuba, le enseño tu retrato. Mi anhelo es que vivan muy juntas, tu madre y
ustedes, y que pases por la vida pura y buena. Espérame, mientras sepas que yo
viva. Conocerás el mundo, antes de darte a él. Elévate, pensando y trabajando…”
Al referirse a un libro que le envió comenta: “Léelo, y luego enseñarás. Enseñar, es crecer.”
Si yo tuviera una hija mujer leería esta carta junto con ella, la
analizaríamos juntas y discutiría cómo se refleja en la actualidad lo que ahí se dice. Esa frase del
primer párrafo donde le recomienda prepararse para no vender la libertad de su corazón
y su hermosura por la mesa y el vestido es clave.
José Martí inspira hoy a los cubanos
que aman la a patria al igual que hace ya más de cien años. Gracias, Señor, por hacer que
tuviéramos una figura de ese nivel en nuestra América.
Estela Teresita Delgado
No comments:
Post a Comment