Los conflictos sociales producen heridas más
difíciles de sanar que las producidas por armas blancas o armas de fuego. Al
pasar el tiempo, esas heridas parecen más bien profundizarse, consolidarse y
hacerse permanentes.
En el proceso de Cuba millones de personas fueron
ofendidas profundamente, fueron heridas terriblemente. Ejemplo de ello fueron a
los que le robaron el fruto de su trabajo de muchos años o el fruto del trabajo
de varias generaciones, los que perdieron a un miembro de su familia por
fusilamiento los que perdieron a miembros de sus familias en las montañas del
Escambray, los que fueron repudiados, abusados, los prisioneros políticos, los rechazados;
los que estuvieron en los campos de la UMAP. A los que le quitaron la
oportunidad de estudiar la carrera de sus sueños o un buen trabajo por una
verificación, los que recibieron una educación basada en mentiras, los que
tuvieron que renunciar a su religión. En la actualidad los que son golpeados
por manifestar sus opiniones, a los que les cobran altos impuestos, los que
tienen que pagar sobornos para mantener sus negocios, los condenados a vivir en
la miseria…La lista podría llevar varias páginas.
Todas esas personas que recibieron ofensas y
fueron heridas tienen suficientes motivos para tener ese sentimiento, el tema
es qué hacer con él.
Estuve escuchando la conferencia de un teólogo y
dijo que la palabra ofensa viene del griego skandalon,
al igual que se le llamaba al mecanismo de las ratoneras. La persona ofendida
se inmoviliza y queda atrapado en esa ofensa. Otra característica de ese estado
es que nos diluimos en batallas pequeñas como por ejemplo el vecino que dio una
mala verificación o el jefe abusivo.
En el libro de Samuel se reflejan los detalles que
antecedieron la batalla de David contra Goliat. Al preguntar sobre lo que
estaba ocurriendo la reacción de su hermano Eliab fue:” ¿Por qué viniste para acá?
¿A quién dejaste encargadas las ovejas que tenemos en el desierto? ¡Ah!, ya sé,
tú andas curioseando y buscando la ocasión para ver la batalla”. I Samuel 17:28
David hubiera tenido razón para emprender una discusión
con su hermano que básicamente expresaba que
él era poca cosa y no tenía nada que hacer allí. Conocemos lo que hizo David.
Se concentró en su enemigo fundamental, triunfó y comenzó su camino hasta ser
de Israel.
Los cubanos tenemos todos que concentrarnos en el enemigo mayor, un sistema
comunista inoperante e incapaz que se sostiene solo para que el pequeño grupo
que tiene privilegios los continúe teniendo.
De esta conferencia una de las enseñanzas que más que gustó fue que cada
ofensa te da la oportunidad de crecer y fortalecerte más venciéndolas. Yo no
quiero estar atrapada en amargura o alienada de mis raíces. Dejo atrás todas
las ofensas y las heridas que he recibido en mi vida y le ruego a Dios que tenga
misericordia al juzgar a los que las hicieron. Por otro lado, a los que he
herido u ofendido sin saberlo o por estar equivocada le pido humildemente perdón.
¡Bendito sea Dios! Señor, ilumina al
pueblo cubano para que en unidad, temple y valentía logre una sanación total
del mal que nos hiere.
Estela Teresita Delgado
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