En la mañana de
hoy he comprendido una frase del Salmo 51(50) de una manera muy especial. Es la
frase que dice:” Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior
un firme espíritu”. 50:12.
Esto ocurrió al
leer un párrafo de un nuevo libro que estoy leyendo que se llama “La verdadera
historia, comprendiendo la idea general de la Biblia”, de Edward Sri y Curtis
Martin. El párrafo en concreto dice:
“Algunas veces, también
pensamos que todo lo que necesitamos es volver a empezar-una ciudad nueva, un
trabajo nuevo, alguna ropa nueva, tal vez nuevos amigos-para encaminar nuestra
vida y encontrar la felicidad. Pero las escrituras enseñan que ningún simple
cambio cosmético satisfará nuestros deseos más profundos. Nuestros problemas no están fuera de nosotros,
están más profundamente enraizados en nuestro interior: nuestras debilidades,
nuestros temores, nuestras inseguridades nuestros pecados. Al igual que Noé y
sus hijos; necesitamos más que un nuevo ambiente o una nueva situación;
necesitamos a Dios y Su poder de sanación para que nos transforme, de modo que
podamos empezar a andar por Su camino. Sólo entonces experimentaremos la alegría
y la plenitud en la vida para la que Dios nos hizo”.
Así veo el tema
del cambio en Cuba. Podemos atribuirle cualquier cantidad de características malévolas
a la dictadura de Cuba, y pensar que hacen faltas cosas muy grandes y dramáticas
para que todo se resuelva. Lo cierto es que el cambio debe ser en fundamentalmente
en pequeño, debe ser un cambio personal de la mayor cantidad posible de
ciudadanos.
Salmo 50:3-4
“Ten piedad de
mí, oh Dios, en tu bondad,
Por tu gran corazón,
borra mi falta.
Que mi alma quede
limpia de malicia,
Purifícame de mi
pecado.”
¡Que Dios nos
ayude!
Estela Teresita
Delgado.