Hace unos días falleció Terina, una vecina de mi pueblo
conocida por muchos, luego de algo más de 96 años de vida. Vimos sus fotos por Facebook
de esta semana donde se apreciaba que se iba apagando de a poquito, y también fuimos
testigo del cuidado amoroso de sus hijos que hoy sienten un terrible vacío ante
su partida.
Hoy me llegó la noticia de la muerte de Brooke, una joven
de 16 años de la escuela católica St. John Newman High School. Esto ocurrió en
un accidente de tránsito hace solo unas horas. El sacerdote que dio la Misa hoy
estaba encorvado como si llevara sobre sus hombros todo el peso del mundo, su
voz siempre firme y segura se quebraba por el dolor y nos confesó que siente a
esos niños como sus hijos o nietos.
Tengo aun presente en mi mente el caso de una mamá
cercana a mí que vio partir a su única hija de 13 años mientras estaba en sus
brazos hace solo unos meses.
No conocemos el por qué de la muerte.Pero veo a las personas como
estrellas en nuestro camino. No sé si la fuerza y la duración de su brillo es
por el tiempo de su existencia, por la intensidad con la que tocan la vida de
otros o por la cantidad de personas a las que llegan. Si me parece claro que,
en esta vida tan corta, no vale la pena que cosas materiales, falsos orgullos o
respetos humanos nos desvíen a no dar la mayor cantidad de amor que podamos a
las personas en nuestro entorno.
En el libro que estoy leyendo actualmente se habla de
menciona a Abraham, considerado nuestro padre en la fe por las muchas muestras
de fe y obediencia que le dio al Señor. Ya Abraham era un hombre viejo y su
esposa también, y las escrituras relatan que: “Yavé lo sacó fuera y le dijo “Mira
al cielo y cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia”. (Genesis 15: 5) Cada vez que había leído ese versículo
me imagine un cielo lleno de estrellas en una hermosa noche.
¡Sin embargo, el dialogo entre Dios y Abraham continua y
el versículo 12 se habla que ya el sol estaba a punto de ponerse! Es decir,
cuando Abraham salió de su tienda a mirar el cielo y ver las estrellas no había
estrellas en el cielo. Pero el sabría que
a su tiempo sí se verían las estrellas, aunque no sabía cuántas.
Eso es la fe, y con la certeza que Dios no ha fallado ni a una sola de sus
promesas recordamos que nos dijo: “Si, esta es la decisión de mi Padre: toda persona
que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna y yo lo resucitare en
el último día.”
¡Que en paz descansen los difuntos y el Señor le envíe fuerzas y resignación
a sus familiares.
Estela Teresita Delgado
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