
El sacerdote José del Olmo con frecuencia nos decía: “El Padrenuestro es
la oración más fácil de aprender y más difícil de vivir. He comprendido la profundidad de esa frase. Se
podría hablar muchísimo de cada petición y todo lo que esa oración implica.
Deseo compartir con ustedes algunas ideas.
Al decir “Padre” estamos reconociendo una relación muy especial con
Dios, nos reconocemos hijos. La relación normal con un padre implica respeto,
consideración, confianza, pero sobre todo implica amor. A un padre se le da
prioridad y se le entrega tiempo. La relación
entre un padre y un hijo se teje a cada instante
y en toda circunstancia.
La segunda palabra es mucho más compleja, es la palabra “nuestro”. Si
nos consideramos hijos y decimos “nuestro” eso implica que todos los seres
humanos son mis hermanos. No sólo las personas vinculadas a uno por la sangre,
sino todos. Sin importar raza, cultura, creencia religiosa, opinión política,
fallas, equivocaciones, belleza, edad… Es muy difícil.
He conocido personas que son
excelentes amigos, excelentes padres, excelentes profesionales, pero que son
capaces de matar a un enemigo. Y digo matar, quitar la vida de un semejante. He
conocido personas que tienen aspectos humanos excelentes pero que son racistas o
discriminan a otras nacionalidades. Otra manifestación de la falta de amor es criticar y el chismear sobre
otros. Yo misma reconozco que tengo estar alerta para que mis
comportamientos sean congruentes con la afirmación de considerar a todos mis
hermanos.
Cuando de política se trata y tenemos
un adversario al frente los fuegos se encienden, la sangre hierve en las venas.
A esa hora podemos decir todos los malos deseos que salgan de nuestra bilis y
las palabrotas afloran.
Lo anterior no implica dejar de condenar las malas acciones, que no se
aplique la justicia cuando sea necesario o dejar de defender posiciones justas.
Al contrario, es necesario hacer todo eso para que las personas que estén en un
error tengan la oportunidad de rectificar, sin dejar de recordar que sin
justicia no se logra la paz duradera.
Dijo Jesús: “Amen a sus enemigos y
recen por sus perseguidores”. Jesús en el capitulo anterior del evangelio de
Mateo había dado otro antecedente: “Si ustedes aman solamente a quienes los
aman, ¿qué merito tienen? Y luego: “Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene
de especial?”
Definitivamente, sí que es difícil vivir esa
oración. Es necesario rezar meditando la importancia de cada una de las
palabras que expresamos.
Una vez que uno hace suyo el
Padrenuestro no queda de otra más que intentar vivirlo y recordar lo que El
Señor nos dijo: “Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre
de ustedes que está en el Cielo”.
Estela Teresita
Delgado
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