En estos días he
podido experimentar la gracia de un amor maduro por mi pueblo cubano. Le llamo así
porque no se trata de una imagen que idealizo en mis deseos ni se trata de un
modelo que a pesar de mi imperfección me obstino en considerar perfecto y me empecino
en que otros lo consideren igual. Tal vez se pueda comparar al amor de unos
padres por un hijo ya adulto, o el de un matrimonio que sigue más unido que
nunca luego de celebrar 50 años de casados.
No es objetivo
esperar reacciones iguales en compatriotas que viven en condiciones realmente difíciles,
cuando la sencilla labor de conseguir que poner en la mesa o el trasladarse de
un lugar a otro los lleva consumir un tiempo enorme que ni siquiera les deja
espacio para reflexionar. Y los retos no son menos sencillos: una mujer operada
de cáncer de mama que pierde a su hija por el cáncer y tiene que cuidar de un
hijo con condiciones especiales y sus nietos pequeños que ya no tienen a su
madre, un joven brillante y creativo que lucha contra la frustración atrapado
en las presiones de la corrupción y la burocracia, la incertidumbre de los jóvenes
sobre su futuro…Todos los retos toman otras dimensiones en la realidad de in regimen comunista con la represión de las libertades individuales. Me recuerdo de una frase
en el evangelio: actúan como ovejas sin pastor.
La represión en
Cuba es en estos momentos muy fuerte. El partido comunista esta aterrorizado
ante la perspectiva que se nominen candidatos que no sean del partido comunista
y está presionando barrio por barrio, gente por gente. Las personas que no hayan experimentado el comunismo no pueden entender la enorme tragedia del sistema, está mucho mas allá de la compresión humana normal.
Todo esto lo
enfrentamos en una sociedad donde el Buen Pastor, el Señor de Señores que todo
lo puede no es conocido por muchos. Necesitamos mucha oración contrita y
humillada.
Estela Teresita
Delgado
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