Friday, May 9, 2014

En busca de alguien para sus zapatos


En busca de alguien para sus zapatos

En la hermosa avenida de los presidentes en la Ciudad de La Habana, en otros tiempos se alzaban estatuas de presidentes de la república; pero las mismas fueron destruidas luego del triunfo de la revolución.  En una de las columnas quedaron sólo unos zapatos. Esa era la estatua dedicada al primer presidente de la república, el Doctor Don Tomás Estrada Palma.

Me imagino que a la mayoría de los cubanos educados después del 59 les ocurra lo mismo que a mí, sólo escuchamos en las escuelas que este hombre era un entreguista a los Estados Unidos y un cubano sin amor a Cuba. Ahora que nos acercamos a la celebración del establecimiento de la República creo que es justo acercarnos más a la obra de este hombre.

Don Tomás Estrada Palma nació el 9 de julio de 1835 en la ciudad de Bayamo, y murió en la ciudad de Santiago de Cuba el 4 de noviembre de 1908. Fue el presidente de Cuba de 1902 a 1906.

Estrada Palma luchó por la independencia de Cuba y fue uno de los presidentes de la República en Armas durante la Guerra de los 10 años. Se vio obligado a marchar al exilio por su participación en la guerra contra el dominio español.

En los años de exilio vivió casi todo el tiempo en los Estados Unidos, en este país estudió, y compró su casa en Central Valley, cerca de Nueva York, donde estableció una escuela. Por un breve tiempo también vivió en Honduras, se casó con una nacional de ese país y tuvieron cinco hijos.

José Martí consideraba a Estrada Palma su amigo, y lo convenció de volver a trabajar por la independencia de Cuba. Juntos trabajaron en el establecimiento del Partido Revolucionario Cubano, y cuando Martí marchó hacia Cuba lo dejó al frente del Partido en Nueva York. Luego de la muerte de Martí, la República en Armas lo nombra su representante en el exterior.

Es importante señalar que Estrada Palma nació en el seno de una familia rica, de hecho una de las familias más destacadas de la isla en aquel tiempo. En Central Valley tenía una academia y su casa.

Este patriota tuvo que dejar el empleo con el que sostenía a su familia para dedicarse a trabajar por Cuba, pero se negó a utilizar para su manutención los fondos del partido e hipotecó su casa. En el manejo de los miles de pesos que pasaron por sus manos mostró transparencia y honradez.

Fue elegido presidente de Cuba con el apoyo de todos los partidos y con el visto bueno del gobierno interventor en Cuba. Al asumir la presidencia se encontró con un país en ruinas y que había sufrido mucho luego de una guerra cruenta y larga.

Muchos de sus contemporáneos dan fe que era sencillo, honesto, humilde, virtuoso y de serenidad de carácter. Saludaba a todo el mundo y no se daba importancia con nadie. Su sueldo de presidente le parecía alto y parte de sus gastos de representación los devolvía al Tesoro Público. Utilizaba vehículos públicos en lugar de los privados.

Nunca nos dijeron en la escuela que al comenzar su gobierno el tesoro público era solo de medio millón de pesos y que ya en 1905 se había logrado un sorprendente superávit de 26 millones de dólares.

Tampoco nos dijeron que durante su gobierno el 25% del presupuesto nacional estaba dedicado a la enseñanza pública y que sólo un 10% estaba dedicado al ejército. Logró aumentar de tres mil a cinco mil aulas en la isla, y decía con satisfacción que en su gobierno había más maestros que militares.

Durante su gobierno se incrementaron considerablemente los empleos, el gobierno hizo contribuciones en el ramo de las obras públicas, especialmente caminos y carreteras. El tramo del malecón desde la punta hasta el parque Maceo fue construido bajo el gobierno de Estrada Palma.

No todo fue perfecto bajo este primer gobierno. Posiblemente uno de los errores de Estrada Palma es haberse dejado convencer de ir por una reelección. Todo parece indicar que sus colaboradores hicieron trampas, actividades ilegales contra el partido opositor y todo esto produjo el levantamiento que finamente llevaron a la renuncia del presidente.

Otro aspecto controversial fue el trato dado a los mambises al licenciarlos luego de la guerra. El exceso de celo por las finanzas debió,  en mi opinión, ser más generoso con los combatientes.

Estada Palma solicitó de nuevo la intervención de los Estados Unidos, que se vio precisado a tomar de nuevo el gobierno de la isla. El presidente no se sentía confiado en dejar el dinero de la república a sus opositores, y la historia demostró que tenía toda la razón.

Al retirarse volvió a la finca arruinada de sus padres junto a su esposa y sus hijos, vendió su casa en Central Valley y pidió ser enterrado cerca de José Martí en el cementerio de Santa Ifigenia.

Tengo la impresión que me queda mucho por estudiar y aprender del pensamiento y la obra de este patriota. Debemos los cubanos apreciar a nuestros héroes, porque de esa manera veremos todo lo bueno que hay en nuestra historia.

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