Atrás han quedado
sus traumas, soberbia, locura, complejo de superioridad y todo aquello que le impedia tomar decisiones inteligentes, atrás quedó el sembrar el odio y la división, las muertes que produjo, los sacrificios a los que sometió al pueblo cubano. El joven fuerte e inteligente que tuvo la aprobación o al menos el
privilegio de la duda, de una gran parte de la población de la tercera economía
más importante del continente en 1959, ha muerto dejando atrás un país en
ruinas. Al final lo único cierto es que del polvo salimos y polvo volveremos a
ir, sin importar los cargos, el poder, el dinero.
El pueblo de Cuba
ya no tiene sobre si la sombra que intimidaba con su sola existencia. Los
seguidores cercanos del líder ya no tienen su inspiración o el esqueleto de la
fidelidad.
Todavia nos quedan dias de programas de televisión y la radio enalteciendo su figura, las poesias, canciones, las lágrimas de algunos artistas, ya vendrán las colas
para firmar el libro de condolencias... Lo siento mucho por mis compatriotas que
no tendrán novela ni música por un
rato. Al final no sé dónde lo pondrán,
tal vez se le pudiera pedir un servicio especial al Himalaya para ponerlo bien
lejos.
Ya Fidel Castro
es historia, mala, pero historia.
Estela Teresita Delgado
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